domingo, 5 de agosto de 2007

Cuarto y mitad de coaching

Me dijo ayer una persona que aprecio mucho: 
“En realidad, eres un coach” 
¡Nooo! Por favor, no me hables de coaching, le respondí.

Agradezco el comentario, presunto piropo, desaire (según se mire) o matiz profesional, pero pienso que hoy a cualquier cosa le llamamos “coaching” y, desdichadamente, su uso actual es tal que la cotización del concepto está por los suelos. 

Llegado a un punto, en realidad, todos/as los que de forma coyuntural o estructural procuran sacar lo mejor de otro u otros, ya sea un colaborador, amigo o familiar, están realizando coaching, bien en lo profesional o en lo personal. 

De hecho, el término se reintegra desde el deporte, entrenamiento, e, incluso, algunos filósofos griegos utilizaban estas técnicas con su alumnado. 

El coach no da respuestas, sino que estimula intelectualmente y facilita la búsqueda de las soluciones. 

Cuando escucho hablar o leo a algunos de los llamados a sí mismos “expertos en coaching”, o floreadamente acreditados por conjeturales apócrifas y fraudulentas organizaciones que, en ocasiones, ellos mismos han creado o han propiciado con su grupo de incondicionales, se me viene a la mente el chiste del consultor y del pastor (Imagen de Platón, fuente Wikipedia).