domingo, 24 de septiembre de 2006

Trabajo versus familia

Debe mejorar en algunos aspectos, pero no me disgusta el suplemento interactivo de formación y empleo que desde septiembre de 2006 publica los fines de semana el grupo Vocento (España). El domingo pasado leí en portada la entrevista a Amparo Moraleda, presidenta de IBM España, Portugal, Grecia, Israel y Turquía. Sugiero la lectura del documento; no tienen desperdicio las reflexiones acerca de la tecnología, la creatividad, la innovación, el talento, la racionalización de los horarios, etc. Por resaltar algo aquí, copio uno de los titulares: “Tenemos que dejar que la gente progrese en detrimento de uno mismo; hay que saber dar un paso a un lado y dejar que otros mejores se abran camino y crezcan dentro de la organización”.

Sin embargo, lo que me ha motivado escribir en el blog esta mañana, ha sido la interesante conversación que tuvieron anoche dos amigos a partir del perfil de Amparo. Me visitaron para confirmar que estoy en tránsito laboral y para preguntarme qué perspectivas profesionales futuras tenía. Les ofrecí una cena a base de bonito a la plancha y una copa de vino blanco Marqués de Cáceres. Les consulté qué les parecía el suplemento y entramos de lleno a comentar los contenidos. Referente a lo que piensa la presidenta de IBM, surgió un debate acerca de un aspecto personal que aprecia: 
“Admiro mucho a las personas que han sido capaces de hacer sacrificios personales para estar donde están. Creo que muchos profesionales tienen capacidad para ocupar puestos de alta dirección, pero no hay muchas personas dispuestas a hacer sacrificios que determinados puestos implican. Todas las carreras profesionales llevan aparejado un enorme éxito”.
Y saltó la chispa. Los dos son perfiles profesionales que van en la línea de Amparo, en el sentido de que aman el trabajo que hacen, lo disfrutan, lo recrean, lo innovan, etc. en síntesis, se lo pasan bien y se han sacrificado, cada uno a su manera. Digo esto porque si bien han tenido una progresión profesional similar, desde hace aproximadamente tres años, cuando tuvieron las dos familias un bebé (sus respectivas parejas también trabajan), los dos se han sacrificado de forma distinta. Antonio ha seguido con su actividad profesional y, claro, por mucho que racionalice el horario, delegue y todo lo demás, al ocupar un puesto de alta dirección, si bien el tiempo que dedica a su hijo es de calidad, periódicamente debe realizar una privación extra en horarios, vacaciones y fines de semana.

José Luís se ha consagrado a su bebé durante los tres primeros años. De forma planificada, pero drástica, tanto él como su pareja procedieron a reducir la actividad profesional, implicando el sustento económico, en pro de disfrutar de esa nueva experiencia que la naturaleza le había proveído. Explicaba con sincera emoción la importancia de todos los segundos del día que pasaba con su hijo, del desayuno conjunto, de los preliminares para la guardería (lo tiene en la escuela desde los 18 meses a una media de tres horas al día), la preparación de la comida, el planchado de la ropa, el estudio pedagógico – didáctico del cuento que toca leerle o del nuevo juego, escribir en un diario que empezó cuando nació el bebé, donde anota aspectos relacionados con esa etapa que está viviendo, etc.

Antonio critica a José Luís en el sentido de que es un cabeza loca, que ha perdido trenes empresariales muy importantes que no volverán a pasar, que ya tiene cuarenta y pico años y que las retribuciones competitivas de antaño difícilmente las volverá a obtener. Por su parte, José Luís respeta pero desaprueba el enfoque profesional de Antonio y apunta lo del reloj biológico del hombre ¿?, la importancia de los tres primeros años en el bebé y de que también él aprendido muchas cosas en esos años, que cree le vendrán muy bien para su futuro profesional.

El caso es que los hijos son una monería; a los dos se les ve feliz y emocionalmente proactivos. El hijo de Antonio va a la guarde desde los cuatro meses, de siete de la mañana a cinco de la tarde, está apuntado a natación y otros deportes, tiene tutoría psicológica y no sé que más. El hijo de José Luís va a la guarde desde los dieciocho meses, sólo de 10 de la mañana a una de la tarde (de media). Desayuna y almuerza con su padre (su madre llega sobre las tres de la tarde). Dispone de escasos adelantos técnicos, sólo de juguetes que sus padrinos y algunos amigos le regalan.

Amparo: ¿Quién se ha sacrificado más? Si bien soy del perfil de José Luís, quiero a los dos por igual y percibo que sus hijos son felices. Con la regla de admiración de la presidenta de IBM, no sabría decir a quien admiro más. Juzguen ustedes mismos, por mi parte, todavía seguiré escuchando unos minutos “Tunnel of Love” (Alchemy Dire Straits Live), mientras el aroma del primer café de la mañana inunda la habitación. Buen día (Formato de texto cambiado posteriormente. Fuente de la imagen: sxc.hu).