lunes, 11 de febrero de 2013

¿Qué les queda?

Tuve la oportunidad de coordinar unas jornadas sobre orientación laboral dirigidas a un grupo de jóvenes de entre dieciocho y veinticuatro años. Te dejo una instantánea de una de las sesiones, Si quieres más clickea AQUÍEs un drama el altísimo porcentaje de desempleo de la juventud en mi país. Más del cincuenta por ciento de ese intervalo de edad se encuentra en el paro. Esta catástrofe económica y social traerá consecuencias aún más graves, no sólo a España, sino también a Europa. Con la propuesta de reducción del presupuesto de la Unión, periodo 2014-2020, por parte de los veintisiete, se reduce sustancialmente la posibilidad de que estas personas trabajen, ya que difícilmente se podrá poner en marcha un eficiente programa de incitación económica.

Es sorprendente, rayando lo absurdo o irresponsable, la falta de preocupación de Bruselas por esa sensible situación laboral del sur mediterráneo. La única solución que promueven es: ajuste, recorte, acritud y crudeza. Por su parte, la reforma laboral española, a un año de su puesta en marcha, ha demostrado su total inutilidad, ya que no ha servido para nada, ni ha frenado al paro ni tan siquiera genera algún empleo. Bueno, sí, para algo se ha utilizado la reforma: que en el tejido empresarial se despida masivamente a todo hijo de buen vecino, con independencia de que la empresa “despedidora” se encuentre o no en crisis.

¿Qué les queda a estas personas que necesitan trabajar ya? Se habla de la emigración, pero tiene sus hándicap. El primero es la insuficiente o inadecuada formación de los que no han tenido la oportunidad de estudiar una carrera, que son muchos. Otra barrera la constituye el idioma y mira que hemos avanzando en su conocimiento, pero todavía es insuficiente. Además del inglés, se necesita defenderse en la  lengua germánica si se quiere emigrar a Alemania, por ejemplo.

Y un tercer impedimento lo configuran los lazos familiares o cohesión familiar, a lo gallina con sus polluelos que a todos los sitios van juntos y es difícil que se separen, lo que implica que estos jóvenes no emulen a los conquistadores de antaño y les cueste trasladarse a otros países. En éstas estamos, por lo que no me queda otro camino que insuflarles valentía, razonabilidad y confianza en ellos mismos, con espíritu aventurero y emprendedor, aprovechando al máximo cada oportunidad que se les cruce en el camino, ya sea formativa, institucional, laboral o empresarial, para crecer profesional y personalmente.