En referencia a un determinado tema, el otro día me soltaron que “lo llevaba todo en la cabeza”. Muchas cosas las registramos en el cerebro sin darnos cuenta conscientemente, pero ¡Ya me gustaría disponer de herramientas cerebrales perfeccionadas para leer, interpretar, decidir y, en resumen, rentabilizar al máximo ese almacén de información! Algo sí tendrá que ver ese archivo de datos y sensaciones con esas decisiones que tomamos inconscientemente o esa mosca cojonera que nos zumba en la oreja augurios de determinado proyecto, persona, riesgo o interés, empujándonos a cambiar de tercio lo antes posible.
En el post Neuromarketing, te comentaba la aplicación de la neurociencia al ámbito de la mercadotecnia. También, existen estudios para convocar ciencias como la economía, la psicología, la sociología, …, entorno a un patrón típico, asentado en lo mental o meníngeo, en el sentido de cómo los individuos discurren para escoger decisiones adecuadas. Por ejemplo, imagínate trasladar a un contable de su tradicional hábitat seguro, sencillo, razonado, a uno de provecho, basado en la neurociencia, que amplifique la toma de decisiones. ¡Tendríamos un neuroeconomista! ¿Por qué no soñar, también, con un neuroabogado, un neuropolítico, un neurofuncionario…? ¡Mundo Feliz! ¡Iluso de mí! (imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).