El Libro Rojo, que comprende resúmenes de las disertaciones de Mao Zedong, está atestado de instrumentos para la dirección y la gestión de empresas, o al menos eso se escribe en el artículo de The Economist “Mao and the art of management”, donde se apuntan cuatro ingredientes propios de la administración al modo Mao.
1. Eslogan poderoso y falso: Nacido en un pueblo modesto, vivió como un emperador, rodeado de concubinas y ensalzado por todo el mundo; pero su lema más famoso fue: “Servir al pueblo”. Esta extravagancia ilustra un aspecto de su ingenio: su pericia para argumentar sus acciones atribuyéndoselas a otros.
2. Manipulación de los medios: Sabía cómo notificar sus puntos de vista a través de bandos, el Librito rojo y los círculos de reeducación, que vigorizaban infatigablemente su comunicación. “El polvo no se envanece donde no llega la escoba”, decía. Este proceso de auto-elevación suele ser tachado de “culto a la personalidad”, pero es semejante a la edificación de marca de los negocios de hoy en día.
3. Sacrificio de colegas y amigos: “¿Quiénes son nuestros amigos? ¿Quiénes son nuestros enemigos? Asunto de suma importancia”, escribió. Tenía un objetivo claro: no quería gente muy cercana a él y, por tanto, al poder. Es verosímil que los colegas muy cercanos quieran nuestro trabajo, así que tratarán de entretenernos. Renunció a sus amigos, esposas e hijos. Nunca solventaba los favores recibidos.
4. Más actividades, menos logros: Siempre evitaba la molestia de las reuniones. Sus políticas eran nocivas, los resultados deplorables y el liderazgo pifiado, pero cada decisión parecía crear un impulso centrípeto que articulaba a toda China. Tal vez, una ridícula lección que Mao pudiera darle a un ejecutivo que pasara por malos momentos, sería: “si no logramos hacer nada bien, hagamos mucho” (foto de Wikipedia).
1. Eslogan poderoso y falso: Nacido en un pueblo modesto, vivió como un emperador, rodeado de concubinas y ensalzado por todo el mundo; pero su lema más famoso fue: “Servir al pueblo”. Esta extravagancia ilustra un aspecto de su ingenio: su pericia para argumentar sus acciones atribuyéndoselas a otros.
2. Manipulación de los medios: Sabía cómo notificar sus puntos de vista a través de bandos, el Librito rojo y los círculos de reeducación, que vigorizaban infatigablemente su comunicación. “El polvo no se envanece donde no llega la escoba”, decía. Este proceso de auto-elevación suele ser tachado de “culto a la personalidad”, pero es semejante a la edificación de marca de los negocios de hoy en día.
3. Sacrificio de colegas y amigos: “¿Quiénes son nuestros amigos? ¿Quiénes son nuestros enemigos? Asunto de suma importancia”, escribió. Tenía un objetivo claro: no quería gente muy cercana a él y, por tanto, al poder. Es verosímil que los colegas muy cercanos quieran nuestro trabajo, así que tratarán de entretenernos. Renunció a sus amigos, esposas e hijos. Nunca solventaba los favores recibidos.
4. Más actividades, menos logros: Siempre evitaba la molestia de las reuniones. Sus políticas eran nocivas, los resultados deplorables y el liderazgo pifiado, pero cada decisión parecía crear un impulso centrípeto que articulaba a toda China. Tal vez, una ridícula lección que Mao pudiera darle a un ejecutivo que pasara por malos momentos, sería: “si no logramos hacer nada bien, hagamos mucho” (foto de Wikipedia).