sábado, 12 de julio de 2025

Eco Silencioso de Gaza. Humanidad en Entredicho

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
El asfalto se ha convertido en polvo y el polvo en la última capa que cubre la dignidad. Cada imagen que llega de Gaza, cada grito, cada mirada perdida de un niño, es un puñal silencioso en el corazón de lo que una vez creímos ser. La noche del mundo se ha extendido sobre esas tierras y con ella una oscuridad moral. Nos enfrentamos, una vez más, a la cruda evidencia de que la humanidad, esa cualidad que se nos presupone, parece haberse desvanecido en la indiferencia. Y es que es abrumador. Mientras las pantallas nos bombardean con cifras, con escombros, con relatos de una supervivencia imposible, la maquinaria del mundo sigue girando. Las agendas políticas se mueven con una lentitud exasperante, los dictámenes internacionales se diluyen en retóricas vacías y la acción, ese ejercicio que podría aliviar tanto dolor, se queda varado en un limbo de excusas y cálculos geopolíticos. Miro a mi alrededor y la sensación es demoledora: ¿Dónde está la empatía?

¿Dónde se encuentra esa capacidad innata de conmoverse ante el sufrimiento ajeno, de extender una mano, de alzar una voz que resuene con la fuerza de lo justo? Tal vez sea ingenuo pensar que la humanidad es un valor inmutable, una esencia que nos define por encima de todo. Pero cuando presenciamos la devastación sistemática, la pérdida de vidas inocentes a una escala incomprensible y la respuesta global es un murmullo distante o, peor aún, un silencio cómplice, no puedo evitar preguntarme si ese vestigio de humanidad, si alguna vez existió plenamente, ha sido irremediablemente dañado. La indiferencia se ha vuelto un muro infranqueable, construido con el ladrillo de la rutina y el cemento de la desconexión. La lección que nos deja Gaza es amarga: la capacidad de mirar hacia otro lado, de normalizar lo inaceptable, es el verdadero termómetro de nuestra fragilidad moral. Y lo que muestra, tristemente, es que somos inhumanos y estamos muy cerca de lo innatural.