martes, 6 de agosto de 2013

Sin moralidad ni ética

De mentideros de buena tinta llegó el rumor que un grupo empresarial del sector de la formación y aledaños estaba seleccionando una dirección comercial. Interesándome por los requisitos y pensando que mi interlocutora me iba a describir el tradicional perfil para este tipo de puestos, su relato me dejó un tanto patidifuso: “Dada la actual situación en torno a los papeles representativos y los difíciles equilibrios político – institucionales que juega la propiedad así como el perfil de los actuales directivos en el organigrama societario, básicamente se está buscando a alguien que consiga mantener y atraer esa clientela de organizaciones sindicales y empresariales que gestionan el paquete de subvenciones directas”.

Permíteme confesarte que se equivocarán de plano aquéllos que pretendan seleccionar algo similar a un lobby de presión o un mercenario masterizado carente de ética. Desgraciadamente, estuve al cabo de la calle del conocimiento de individuos que más que directivos comerciales, si es cierto lo que se decía de ellos, hoy los catalogaría de impresentables, esgrimiendo presuntas banderas de todo tipo, en la mayoría de los casos extremistas de cualquier color, untando mantequilla a todos los integrantes de cuadros directivos de las distintas organizaciones que se dejaban engrasar y con los que se codeaban externamente (congresos, jornadas...) e internamente (pasillos, despachos, cafeterías, ...), por no decir "scandalosamente". Pero realmente la fama que les acompañaba era la de indecentes, manipuladores, traicioneros, sin moralidad ni ética, egoístas, tiranos y siempre solitarios e interesados carroñeros. Por mucho que les pese a cierto tejido empresarial y político, estamos en un cambio de época y deberemos jugar en ligas económicas y sociales impensables hace unos años.

Sin embargo, en la década de los noventa del siglo pasado conocí muy bien el perfil del “excelente director comercial de una empresa de formación” que se estilaba entonces, dibujado por los líderes empresariales del sector (y no por el manojo de egocéntricos y creídos cantamañanas de turno), tocándome ejercer en más de una ocasión el papel. Incluso, cuando colaboraba en el año 1998 en un proceso de reorganización empresarial en el Grupo Tadel, tuve la oportunidad de participar, junto con Antonio, en la selección de uno de ellos, Teófilo, que dependiendo de la propiedad, diseñó, lideró y coordinó un equipo de comerciales en toda España, consiguiendo objetivos muy por encima de las previsiones. Estos profesionales me enseñaron muchas cosas, siendo una de ellas la de que un proactivo director comercial es siempre una gran persona (Imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).