Todo es importante, desde la firma del contrato hasta la entrega personal del informe, pasando por la elaboración de los papeles de trabajo por un equipo de confianza, la verificación de los documentos, la carta de manifestaciones o cada uno de los párrafos del texto definitivo. Para colmo, en esta crisis que nos ha tocado vivir, el auditor o auditora decente es el malo o la mala de la película y su actividad profesional casi nunca se reconoce por su cliente y casi siempre es por imperativo legal. Si realiza un informe sin salvedades, su trabajo pasa desapercibido o, en todo caso, se le dice que para eso se le paga. Si, por el contrario, pone pegas, todas las críticas van a su tejado, nadie lo defiende, ni tan siquiera el equipo y se queda con el culo al aire a las primeras de cambio. Para colmo, la espada de Damocles de los controles de calidad se hermana con la de la responsabilidad y ambas penden de un hilo durante años en su azotea. Te dejo una foto que me hicieron con Eladio.