Sobre la responsabilidad social corporativa, dice Thomas S. Robertson, en la entrevista que Amanda Mars le hace para El País, "Las burbujas son maravillosas hasta que estallan": "Si ves los informes de responsabilidad social de las empresas... ¡Todas dicen lo mismo! Hay compañías que hablan, y otras que hacen. Enron, por ejemplo, tenía un gran código ético, pero no lo usaba". Cierto, a muchos grupos empresariales se les llena la boca de responsabilidad corporativa, acciones de mecenazgo y otras actividades presuntamente sociales, pero si olfateas sólo un poco en la tierra labrada por sus directivos, te encuentras que es un maquillaje para tapar la miseria, tacañería, trabajadores enflaquecidos, clientes extorsionados, proveedores cautivos y explotados, escasos recursos técnicos, ausencia de ética, dudosa moralidad, chantaje emocional a raudales y presuntas acciones de carácter mafioso para influir en las decisiones de las instituciones públicas y privadas de su ámbito local de actuación en favor de sus cuestionables intereses económicos y sociales (imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).