Te dejo el link al artículo de businesswek “Top Managers Are Quitting, Without a New Job”, donde Jena McGregor escribe acerca de los altos ejecutivos que renuncian a sus trabajos, sin disponer de un nuevo empleo que les garanticen el sustento y su estilo de vida. ¿Cuánto tiene que aguantar un ejecutivo en un puesto directivo si no comulga con la estrategia empresarial por la que pretende transitar su comité de dirección o consejo de administración y no quiere ir caminando alegremente con ellos hacia un precipicio? Hace cinco años, en el post “Sentir un proyecto empresarial”, te escribía un caso práctico sobre el referente. Charlaba con un funcionario acerca de este tema, ejecutivos con demostrada gestión y cuentas de resultados positivas en los últimos años de crisis, incomprensiblemente renuncian a sus cargos, liquidan sus haberes y se lanzan al presunto vacío laboral o existencial, antes que seguir bregando con situaciones comerciales y organizativas que, en su opinión, son insostenibles a medio plazo y antes que continuar navegando junto a compañeros de viaje anclados en políticas empresariales de una época que bruscamente ha finalizado.
Sin embargo, pienso que la decisión de dejar posiciones ejecutivas privilegiadas debido a desacuerdos estratégicos, no es anormal o excepcional, lo que pasa es que cuando no se difunde la separación debido a un mutuo y lucrativo acuerdo de ambas partes, se disfraza o atenúa el efecto de la dimisión con campañas supuestamente desleales que difunden informaciones parciales o presuntamente falsas. Finalmente, decía mi interlocutor que este mundo es más chico de lo que pueda parecer y la historia muestra que los profesionales proactivos, cuando dejan un puesto, un trabajo, una relación empresarial o institucional, a veces se percibe el hecho como tangible y axiomático, ya que suele confirmar los rumores que corren, al tiempo que corroboran la seguridad, integridad y profesionalidad del presunto damnificado (imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).