Hace unos años, en el post “Valores, credos y filosofías”, te escribía lo que entendía por “Valor”: “todo aquello que el ser humano considera deseable, como la salud, la riqueza, la justicia o la libertad y, por lo tanto, digno de ser perseguido por las acciones.” Más adelante, apuntaba que “los sistemas de valores de los directivos son como actitudes, pero más fijos, arraigados y estables, e influyen en el comportamiento. Se encuentran más cerca del concepto de ideología que al de las actitudes.”
Hoy, añado que los valores caminan un trecho más que la ética empresarial. Cada cierto tiempo procuro preguntarme qué clase de individuo aspiro distinguir en el espejo del cuarto de baño, al amanecer. Igualmente, si bien cada institución o empresa posee sus valores, y aunque no tienen por qué converger fielmente con los míos, debo evaluar si son compatibles y decidir y actuar en consecuencia (imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).