Por cuestiones protocolorarías, me tocó ejercer de anfitrión en la recepción oficial de un numeroso grupo de empresarios japoneses. Se me vino a la cabeza la imagen del, entonces, ministro de Exteriores español, Piqué, inclinándose continuamente ante el presidente Bush, en la escalinata del avión. Mientras daba la bienvenida, todos rodeándome a prudente distancia, escuchaba la traducción simultánea de la intérprete y tímidamente, entre los destellos de las cámaras fotográficas, percibí la respetuosidad que se respiraba en el grupo. Finalizada la recepción, les invité a seguir la ruta establecida. Se les guió entre las colecciones, muestras, historia, galería, exposiciones y degustaciones.
De vuelta a la oficina, caí en que el equipo cada vez avanza mejor, cual samurái grupal. Se habían tenido en cuenta muchos detalles, como instruirme en no dar besos ni abrazos, procurar la reverencia - aunque seguro que hoy me tirarán de la oreja por seguir el estilo Piqué -, no decir NO, etc. (Gracias). También, se prepararon dípticos traducidos a su idioma. Incluso, enmarcaron una etiqueta original de vinos exportados a Japón, por los ancestros emprendedores malagueños, en signo de lazos entre las dos culturas. Querían que el cliente se sintiera Rey. Creo que lo consiguieron. Finalmente, cambiaron el protocolo para las degustaciones, dado que el grupo hacía escaso tiempo que había almorzado. Consideré un profundo respeto y admiración por la cultura japonesa, pero, sobre todo, me sentí feliz de pertenencia al equipo que había organizado el evento. Gracias, de nuevo, por el esfuerzo. Deseo haber estado a la altura que se merecen como mecanismo emocional de colaboración hacia la consecución de un objetivo común y, por supuesto, como personas (Kanji de la palabra samurái; fuente: Wikipedia).
De vuelta a la oficina, caí en que el equipo cada vez avanza mejor, cual samurái grupal. Se habían tenido en cuenta muchos detalles, como instruirme en no dar besos ni abrazos, procurar la reverencia - aunque seguro que hoy me tirarán de la oreja por seguir el estilo Piqué -, no decir NO, etc. (Gracias). También, se prepararon dípticos traducidos a su idioma. Incluso, enmarcaron una etiqueta original de vinos exportados a Japón, por los ancestros emprendedores malagueños, en signo de lazos entre las dos culturas. Querían que el cliente se sintiera Rey. Creo que lo consiguieron. Finalmente, cambiaron el protocolo para las degustaciones, dado que el grupo hacía escaso tiempo que había almorzado. Consideré un profundo respeto y admiración por la cultura japonesa, pero, sobre todo, me sentí feliz de pertenencia al equipo que había organizado el evento. Gracias, de nuevo, por el esfuerzo. Deseo haber estado a la altura que se merecen como mecanismo emocional de colaboración hacia la consecución de un objetivo común y, por supuesto, como personas (Kanji de la palabra samurái; fuente: Wikipedia).