Leo en el artículo de Business Week, Extreme Experience: Septuagenarian CEOs, que los directivos septuagenarios tienen todavía mucho que aportar a la gestión empresarial. Además del conocimiento institucional, la tercera edad de gerentes suele disfrutar de serenidad, instinto, paciencia y perspectiva, atributos de los que, parece ser, carecen los ejecutivos jóvenes, pues no tienen ni la experiencia ni el conocimiento histórico necesario para tomar buenas decisiones para sus entidades corporativas, unido al desconocimiento de que, aunque el dinero llegue fácil, puede perderse de un día para otro.
Asimismo, la edad confiere cierta inmunidad a la hora de opinar sobre las políticas internas de una empresa. Mientras los directivos mayores se atreven a decir lo que piensan y echarse por la espalda las reacciones, los jóvenes prefieren reservarse sus opiniones, ante el hipotético riesgo de perder su estatus (Imagen de Anciano, del pintor Rubens; fuente: Wikipedia).
Asimismo, la edad confiere cierta inmunidad a la hora de opinar sobre las políticas internas de una empresa. Mientras los directivos mayores se atreven a decir lo que piensan y echarse por la espalda las reacciones, los jóvenes prefieren reservarse sus opiniones, ante el hipotético riesgo de perder su estatus (Imagen de Anciano, del pintor Rubens; fuente: Wikipedia).