Ayer estuve hablando con José Luís, abogado, acerca de la situación económica que estamos viviendo en España en general y en la Costa del Sol en particular. Tanto se dilataron nuestras materias grises que llegamos a la conclusión de que tenemos lo que nos merecemos y que desde hace unos años, algunos “locos” veníamos exponiendo en distintos foros nuestras previsiones (en mi caso, me remito a lo anotado en este blog). Ya de vuelta a la oficina, caminando por la Alameda Principal (Málaga, España), con el incipiente calor primaveral acomodándose en el ambiente, se instaló en la mente la siguiente pregunta: ¿Necesita España una recesión para que los platillos de las distintas balanzas se estabilicen? Me vas a mandar a freír espárragos por tener ese tipo de pensamientos, pero en ocasiones, puede que sea necesario una purga de esa envergadura. Sí, lo sé, los que más sufren suelen ser los más necesitados y, por eso, a mí también se me ponen los pelos de punta al pensar esa idea. Pero esta pregunta no es nueva. La debatimos hace ya décadas, en las clases de economía de la Escuela Universitaria, con mi respetado profesor Grana, y la última vez que leí sobre el referente fue el año pasado en The Economist: Does America need a recession? (¿Necesita América una recesión?) Adapto, sintetizo y parafraseo en este post algunas de las ideas desgranadas en el artículo (disculpa mi traducción de los Montes de Málaga).
Algunos economistas comentan (el artículo se redactó en agosto de 2007) el daño que puede generar la caída de los precios inmobiliarios y de las hipotecas (como realmente está sucediendo). Pero hay una pregunta que pocos nos hacemos: aunque haya una recesión en el horizonte, ¿los bancos centrales deberían tratar de evitarla? Si ininterrumpidos períodos de expansión hacen que la sociedad crea que los bancos centrales pueden prevenir cualquier problema futuro, los consumidores, las empresas, los inversionistas y las entidades financieras se animarán a asumir mayores riesgos (prestar más y ahorrar menos), generando una sensible situación de orden moral. No hay que engañarse: el costo económico y social de las recesiones es intenso y desgarrado, por lo que no se puede desestimar de forma ligera. Pero, también, existen ganancias de otro tipo, mejor dicho, "utilidades". Hay economistas que creemos que las recesiones son necesarias para el crecimiento económico. Schumpeter señalaba que esos espacios económicos son procesos de destrucción creativa, en los que se descartan las empresas poco competitivas y acaban con los excesos de prosperidades anteriores, dejando la economía más sana, más saludable. Bombeando dinero y alentando préstamos, se hará más dolorosa una eventual corrección. Es posible que los bancos centrales no estén encarando el problema de escoger entre recesión y no recesión, sino entre una leve recesión y una gravísima más adelante (Imagen de una montaña rusa y foto de Schumpeter, fuente: Wikipedia).
Algunos economistas comentan (el artículo se redactó en agosto de 2007) el daño que puede generar la caída de los precios inmobiliarios y de las hipotecas (como realmente está sucediendo). Pero hay una pregunta que pocos nos hacemos: aunque haya una recesión en el horizonte, ¿los bancos centrales deberían tratar de evitarla? Si ininterrumpidos períodos de expansión hacen que la sociedad crea que los bancos centrales pueden prevenir cualquier problema futuro, los consumidores, las empresas, los inversionistas y las entidades financieras se animarán a asumir mayores riesgos (prestar más y ahorrar menos), generando una sensible situación de orden moral. No hay que engañarse: el costo económico y social de las recesiones es intenso y desgarrado, por lo que no se puede desestimar de forma ligera. Pero, también, existen ganancias de otro tipo, mejor dicho, "utilidades". Hay economistas que creemos que las recesiones son necesarias para el crecimiento económico. Schumpeter señalaba que esos espacios económicos son procesos de destrucción creativa, en los que se descartan las empresas poco competitivas y acaban con los excesos de prosperidades anteriores, dejando la economía más sana, más saludable. Bombeando dinero y alentando préstamos, se hará más dolorosa una eventual corrección. Es posible que los bancos centrales no estén encarando el problema de escoger entre recesión y no recesión, sino entre una leve recesión y una gravísima más adelante (Imagen de una montaña rusa y foto de Schumpeter, fuente: Wikipedia).