En mi primer trabajo relacionado con la consultoría y la asesoría, década de los ochenta, estuve cerca de diez años.
Empecé de pasante de despacho y terminé de ejecutivo de cuentas de grandes clientes.
El siguiente paso hubiera sido convertirme en socio de la firma, pero en aquellos momentos me motivaban más otros sectores productivos para enriquecerme profesionalmente.
Entonces estaba como mal visto eso de cambiar de trabajo cada dos por tres (culo de mal asiento, te llamaban).
Sin embargo, ahora los jóvenes cualificados muestran gran predisposición a saltar de empresa en empresa, hasta lograr colmar sus expectativas (leído en la pág. 33 del suplemento Negocios de El País, 25/3/07).
Es una de las conclusiones de un informe elaborado por Randstad y Esade, donde se puede leer también que un 56% de los encuestados expresa algún grado de insatisfacción con su actual trabajo y están predispuestos a encontrar un nuevo empleo.
En fin, la moda, lo que antes estaba mal visto, ahora hasta es bueno.
Pienso que ni lo uno ni lo otro, que todo depende de la trayectoria elegida o impuesta, de la envergadura y catadura de los proyectos que se inicien y de la capacidad, seriedad y profesionalidad de la persona, además de la pizca de suerte que se tenga
(Fuente de la imagen: propia. Participación en un congreso sobre formación, febrero de 1996).