"No sé si realmente soy bueno pero, en todo caso, elijo ser bueno". En verdad, esta idea, pensamiento, visión u objetivo, se la escuché y copié a Paco, porque me venía como anillo al dedo para expresar el sentimiento. En este ajustado e impredecible mundo económico y financiero, siendo bueno: ¿Se consiguen excelencias? ¿Se es premiado? A priori, diría que no. En general, el bueno es estrujado, manipulado, estafado, silenciado por el malo. Entonces ¿Por qué debo ser un ser bueno? Porque quiero al proyecto en el que estoy y, por tanto, a sus colaboradores, clientes, proveedores, accionistas y resto de terceras personas e instituciones, lo que a su vez deriva en que deseo beneficiarlo y generar expectativas sólidas de presente constructivo, futuro proactivo y pasado decente o, como dice otro contacto, "pasado de cabeza alta y orgulloso de tu historia". Si no se siente ese amor profesional, libre, que surge de nuestro interior y de la libertad de elegir y de querer, no se concibe la ética, la moral y la profesionalidad que debe envolver a todo proyecto empresarial (imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay).