En el post Dejar al descubierto tus intimidades, apuntaba que nos enfrentamos con un entorno cada vez más turbulento, impredecible y agitado, con cambios muy rápidos y profundos, dentro de procesos de transformación vertiginosos que afectan a todos los ámbitos sociales y en un ambiente altamente competitivo. Las interacciones que mantenemos en el trabajo son de la misma índole que cualquier otra relación de nuestra vida y, en consecuencia, en ellas también intervienen nuestras pasiones.
Desgraciadamente, mucha teoría sobre gestión de personas, muchos libros sobre emociones, muchos seminarios sobre motivación, etc., pero percibo que todavía son pocas las empresas que se cuestionan hasta qué punto crean estrés a sus colaboradores/as; la tendencia es culpabilizar a la “víctima”. A través de la inteligencia emocional (IE), se insufla espíritu de logro, economía de colaboración y se construye con integridad. Cuanto más complejo sea un trabajo, mayor es la importancia de la IE.
Desgraciadamente, mucha teoría sobre gestión de personas, muchos libros sobre emociones, muchos seminarios sobre motivación, etc., pero percibo que todavía son pocas las empresas que se cuestionan hasta qué punto crean estrés a sus colaboradores/as; la tendencia es culpabilizar a la “víctima”. A través de la inteligencia emocional (IE), se insufla espíritu de logro, economía de colaboración y se construye con integridad. Cuanto más complejo sea un trabajo, mayor es la importancia de la IE.
Según José Medina, partner de Ray & Berndtson, la inteligencia emocional es una cualidad que marca los patrones predictores del éxito o el fracaso en el directivo de hoy (leído en la pág. 6 del suplemento dominical infoempleo.com, del grupo Vocento, de 16/9/07). Sí, inteligencia emocional como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los grupos sociales, con los equipos de trabajo y con nosotros mismos (imagen de wikipedia).