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Aunque teóricamente diseñados para garantizar la igualdad de oportunidades, en la práctica, los candidatos con experiencia previa en puestos de responsabilidad o con el respaldo de superiores influyentes, pueden tener una ventaja significativa. Esta ventaja no se limita necesariamente a un trato de favor directo, sino que puede manifestarse en un mayor conocimiento de los procedimientos, un acceso más fácil a información relevante o una mayor confianza a la hora de afrontar las pruebas. Otro ámbito donde el efecto Mateo puede operar es en la asignación de recursos y proyectos. Las unidades o departamentos que ya cuentan con un buen historial de resultados o que gozan de mayor prestigio dentro de la organización, suelen ser los primeros en recibir nuevas inversiones, personal adicional o proyectos innovadores. Esto, a su vez, les permite mejorar aún más su desempeño, consolidando su posición de liderazgo y perpetuando la desigualdad con otras áreas menos favorecidas. Las consecuencias de este fenómeno pueden ser significativas.
En primer lugar, puede generar desmotivación y frustración entre el funcionariado, que percibe que sus oportunidades están limitadas por factores ajenos a su mérito y esfuerzo, lo que puede afectar negativamente a su rendimiento y a su compromiso con la organización. En segundo lugar puede obstaculizar la movilidad interna y la promoción del talento, impidiendo que la AP aproveche plenamente el potencial de su plantilla funcionarial. Finalmente, puede contribuir a la creación de una cultura organizacional donde priman los contactos y las relaciones personales sobre la competencia y la capacidad, erosionando la confianza en la institución y su legitimidad. Para mitigar los efectos del principio de Mateo en la AP, es necesario implementar medidas que promuevan la equidad y la transparencia, lo que implica, entre otras cosas, revisar los sistemas de selección y promoción para garantizar que se basen exclusivamente en criterios objetivos y meritocráticos, establecer mecanismos claros y accesibles para la asignación de recursos y proyectos, y fomentar una cultura organizacional que valore el esfuerzo, la innovación y la colaboración por encima de las jerarquías y los privilegios.
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[1] El término "efecto Mateo" se deriva de un versículo del Evangelio de Mateo en la Biblia (Mateo 25:29): "Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." Este versículo, en su contexto original, forma parte de la parábola de los talentos, donde un amo reparte diferentes cantidades de dinero (talentos) a sus siervos antes de partir. Al regresar, los siervos que invirtieron y multiplicaron el dinero son recompensados, mientras que el que no hizo nada con lo que recibió es castigado. El sociólogo Robert K. Merton popularizó el término "efecto Mateo" en la década de 1960, aplicándolo a contextos sociales y científicos. Merton observó que los científicos más reconocidos tienden a recibir más crédito por sus descubrimientos, incluso si el trabajo ha sido realizado en colaboración con otros menos conocidos. De manera similar, las instituciones o individuos que ya gozan de una posición ventajosa tienden a acumular aún más beneficios, recursos o reconocimiento, mientras que aquellos en desventaja se quedan atrás. En resumen, el nombre "efecto Mateo" se utiliza para describir la tendencia a que las ventajas se acumulen, basándose en la idea expresada en el versículo bíblico de que a quien tiene, se le dará más.